En primer lugar, la historia es muy interesante para
todos aquellos que ya se encuentran familiarizados con la serie, pues este juego se
sitúa en el mismo inicio de la saga, en donde muchos de los elementos
característicos de la serie reciben un origen y una explicación que
ciertamente se sienten como un verdadero homenaje a todo cuanto hemos
vivido en la larga trayectoria de la Leyenda de Zelda.
El diseño de los escenarios y personajes vuelve a ser tan bueno como en
los viejos tiempos, donde no solo logras reconocer a los diferentes
personajes a lo largo de la historia, sino que se puede decir que los
llegas a conocer lo suficientemente bien como para que signifiquen algo
para ti a lo largo del juego.
Zelda en muchas ocasiones me hizo sentir como si
estuviera viviendo un anime...
Mientras este juego sigue la misma fórmula clásica de la serie, la
sucesión de eventos y las diferentes cosas que el juego te encomienda
hacer ayudan a que el transcurso de la historia no se sienta muy monótono. Ya
familiarizado con el juego, esa incesante pregunta de "que sucederá
después" posiblemente te mantenga atado a este título más tiempo del que
tenías pensado jugar en una sesión.
Por el otro lado, odio tener que decir esto, pero después de tantos años
siguiendo esta serie estoy experimentando una leve sensación de fastidio
acerca del silencio y la falta de personalidad que Link continúa
representando.
Es decir, con trabajo puedo asimilar el hecho de que no se trata de un
solo Link, sino que existen diferentes Links a lo largo de distintas
épocas. Pero es imposible poder relacionarse con cualquiera de ellos
cuando cada uno de ellos presenta una personalidad y una motivación casi
inexistente, hasta el punto en el que – a lo largo de todo el juego – Link
sigue siendo el único personaje al que continúas sin conocer.
Se dice que esto se ha venido haciendo con la finalidad de que seamos
nosotros mismos quienes personifiquemos al héroe de la historia, pues
incluso el juego te permite cambiar el nombre del personaje por el que tú
quieras. A estas alturas ya no tiene caso ¿o si? Todos sabemos que su
nombre es Link, ese es su nombre oficial y todos los que conocen la serie
no le pondrían ningún otro nombre a este personaje.
Esto resulta especialmente decepcionante
si ya has leído alguno de los mangas
originales de la serie.
El juego incluso hace vagos intentos por agregar algo de interés a la
trama al darte diferentes opciones en algunos diálogos y eventos a lo
largo del juego, pero las decisiones que tomes rara vez tienen alguna
repercusión importante más allá de los confines de ese diálogo o escena en
particular.
Entre una de las pocas decisiones que recuerdo que posean algún tipo de
repercusión a lo largo del juego son las conversaciones que tienes con
Peatrice, la
chica que guarda tus cosas en el mercado, donde se te dan las opciones si
es que deseas corresponder a los sentimientos que ella comienza a tener
hacia Link o
no.
Por un segundo sentí la necesidad de ponerme en los zapatos del Link que
conozco y rechazar sus sentimientos, pero fue más la curiosidad por saber
que pasaría si correspondía a sus sentimientos, de modo que eso hice. Es
decir, vamos… A estas alturas yo estaba seguro de que aquello no iba a
comprometer en nada la historia o el final del juego (y no lo hizo).
Regresando a la historia, lo mejor definitivamente viene hacia finales del
juego, pues cuando finalmente se te revela la verdad que existe detrás de
toda la serie, esta recibe un nuevo significado. No estoy seguro si es
algo que se les ocurrió hasta ahora, o si este es un secreto bien
escondido dentro de la mente de su creador, Shigeru Miyamoto. Pero en todo
caso, no me quejo del resultado.
Habiendo llegado al final del juego, puedo decir que nunca logré
encariñarme con el control, sin embargo debo admitir que tuvo sus
momentos; desde esa vez que el juego logró hacer que me levantara de mi
asiento de la emoción y golpeara con
firmeza “algo” tres veces como si fuera un martillo; hasta la batalla
final, donde tu adversario verdaderamente te castiga si se te ocurre
agitar el control desmesuradamente en su contra. Simplemente me hubiera gustado que el
juego hubiera tenido muchos más momentos como esos.
Y menos momentos como estos... estúpidas llaves.
Por otro lado, no puedo evitar hablar de algunas
nuevas mecánicas de juego que considero bienvenidas a la serie; tales como
el globo de texto que aparece sobre los personajes que requieren de tu
ayuda; el detector que te guía hacia algunos objetos necesarios
para tu viaje; así como la capacidad de mejorar tus aditamentos y escudos,
lo cual le da una sensación de progresión al juego.
Al final, Skyward Sword me deja con sentimientos encontrados en
relación a lo que me gustó y lo que no. Es una excelente aventura con
grandes momentos clásicos en su trayecto, pero no estoy seguro que sea una
que yo esté dispuesto a repetir. Al mismo tiempo, me es muy difícil poder
llegar a odiar este juego porque... que diablos, hizo bastantes cosas
bien, y podríamos decir que se trata de un sucesor digno de la serie.
Pero el control... es el control lo único que no
puedo perdonar. Nintendo parece nunca poder comprometerse a diseñar un
buen control sin caer en la necesidad de hacerlo sencillo para los
jugadores más jóvenes, los cuales probablemente ni siquiera saben que
existe un juego de Zelda o ya ni siquiera están interesados en
Nintendo y sus consolas.
Skyward Sword estuvo muy, pero muy cerca de
entrar en mi lista de favoritos,
pero obligatoriamente debo preguntarme ¿puedo compararlo con Bioshock?
¿Con Assassin's Creed? ¿Contra Dead Space? La verdad no. La
novedad y la nostalgia que este título me hace sentir no la puedo comparar
en contra de juegos que literalmente puedo volver a jugar y pasármela de
maravilla (actualmente me encuentro jugando Dead Space como por...
quinta vez.)
Pero en fin...
Estaré esperando por un futuro en el cual Nintendo finalmente recapacite y
recuerde que sus mejores juegos no necesitaron de controles de movimiento
u otros artilugios para hacerlos destacar. Siempre se trató acerca de
diversión, acerca de reto, acerca de nuevas propuestas de juego,
historias, ideas y mucha inspiración lo que hizo de sus clásicos…
precisamente eso, clásicos; títulos legendarios que seguimos
evocando incluso una o dos décadas después de su lanzamiento.
Específicamente hablando de la Leyenda de Zelda, estaré esperando
el día en el que finalmente pueda decir que puedo encontrar un buen
desafío en otro título que no sea The Legend of Zelda II: The Adventure
of Link.
Esto sigue siendo todo un reto después de
tantos años.
22 de Febrero del 2012
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