Cielos, no tengo ni idea del tiempo que me tomó
terminar con este juego. Yo se que hay muchos por ahí presumiendo que se
terminaron este en tan solo un fin de semana, pero yo a estos mismos les diría
que me encantaría poder contar con el tiempo y la disposición de antes
como para poder pasar unas cuantas noches sin dormir hasta haber llegado
pronto a su conclusión.
Del mismo modo, me encantaría poder contar con el mismo entusiasmo de
antes y esas ansias desenfrenadas cuando sea que un título de la serie
llegaba a mis manos.
El año pasado me la pusieron muy difícil. Este título llegó en una
temporada en la que otros grandes juegos estaban siendo lanzados. Pero
era algo más lo que me seguía apartando de este título cada vez que me
hacía a la idea de comenzar a jugarlo. Cada vez debía de preguntarme si
estaba dispuesto a enfrentarme a mi viejo enemigo: El Wii-mote.
Oh, Wii-mote, ahora eres dorado y tan
hermoso… ¿por qué te sigo odiando tanto?
La cuestión es que me había hecho a una idea
equivocada. Mucho había escuchado acerca de que el nuevo Wii-mote + ahora
reproducía tus movimientos 1:1 (como siempre se supone que debió de ser).
Y mientras me encantaba la idea de jugar como si de verdad estuviera
blandiendo yo mismo la espada de Link, mi hora de jugar generalmente venía
justo después de que llegaba del trabajo, y estar parado por ahí lanzando
espadazos al aire era lo menos que deseaba en momentos como esos.
Finalmente me dispuse a probarlo por primera vez, así que me hice a
la idea de comenzar a jugarlo tan pronto llegara a casa. Es aquí donde
comienza la historia.
Creo que toda esa expectación por comenzar practicar esgrima en contra de
enemigos imaginarios en Zelda me hizo olvidar por completo que el
juego no es todo acerca de combates, sino que siempre existe un enorme
elemento de exploración ligado a cada juego.
De modo que me relajé cómodamente en mi asiento mientras exploraba el
fantástico mundo de Neburia mientras comenzaba la historia de un joven
Link buscando convertirse en un caballero.
Después vino la primera vez que monté al Neburi, seguido del examen de
caballeros en el que debes de probar tu destreza sobre esta ave. Hablando
de esto, he leído ya bastantes quejas de parte de muchos que encontraron
demasiado fastidioso el control de vuelo. No estoy seguro si soy solo yo,
pero montar al Neburi fue lo único en todo el juego donde disfruté el uso
del Wii-mote sin ninguna objeción. De hecho, yo podría ser el único diciendo que me hubiera
gustado ver más de ello. Pero de nuevo, quizá soy solo yo.
Después vino la parte en la que toda esa paz y
prosperidad en la que viven los habitantes de Neburia se viene abajo y
Link se ve en la obligación de salvar a Zelda de lo que sea que está
sucediendo en ese momento (voy a evitar mencionar alguna especie de
spoiler a lo largo de este artículo, para gusto de todos.)
Todo esto significaba que vendría la hora de pelear… exactamente lo que
estaba esperando. Dado que yo soy ese sujeto que se pone de pie cada vez que juega
Guitar Hero o Rock Band, me sentí fácilmente como en casa
cuando me dispuse a jugar este título de pie con el propósito de que el
juego leyera los movimientos de mi espada del mejor modo posible.
Después de unos pocos encuentros me di cuenta de que ponerme de pie no
solo era innecesario, sino inútil.
La respuesta de Link y su espada no son ni de chiste fieles a los que yo
hacía con mi propio control. Como era de esperarse, el movimiento sigue
teniendo sus limitantes y los ataques de Link siguen estando firmemente
programados para responder hasta al más mínimo movimiento. Esto quiere
decir, que si quería posicionar mi espada en un ángulo diferente, debía de
hacerlo muy despacio; si apresuraba tan solo un
poco mi movimiento, terminaría lanzando un ataque que no deseaba (y en
ocasiones esto puede salirte caro.).
Volví a tomar mi asiento y finalmente acepté el hecho de que este juego no
iba a requerir tanto esfuerzo como el que imaginé, agitar mi control de
un lado a otro sería más que suficiente.
Este título incluso implementó la importancia que tenía el ángulo y el
tipo de ataque que utilizas en contra de distintos enemigos, lo cual es
interesante, pero no ocupas de mucho para lograr cualquier cosa con éxito.
Es realmente decepcionante como esa obsesión de Nintendo por facilitar sus
juegos hasta niveles infantiles termina por darle cada vez menos gusto a
quienes esperamos por lo menos un poco de
reto por parte de la compañía que nos vio crecer como
jugadores.
¿Y que hay de la historia?
Todos los que han jugado títulos anteriores de la serie saben que debes de
tener mucha paciencia, pues lo bueno de cada juego no suele venir
precisamente tan pronto como enciendes la consola; Skyward Sword no es la
excepción. Una vez que has sobrevivido a los tutoriales y a los retos más
sencillos que el juego puede ofrecer, comienzas a entrar de lleno a la
historia y una gama más amplia de todo cuanto posee este título.
Y cielos, este juego si que es uno muy difícil de querer. De acuerdo a Fi
(tu fiel compañera en este viaje) me tomó poco más de diez horas en
finalmente encontrarle el gusto a este título.
"Hola, mi nombre es Fi, te estaré fastidiando cada vez que tus pilas estén por
agotarse."
Una gran razón para ello continuó siendo el control,
afortunadamente
después de esas diez horas, mi odio por el wii-mote se degradó de “artilugio
fastidioso” a “control cuando menos aceptable”, de tal forma que pude
ponerle más atención a la historia ahora que no estaba maldiciendo en
silencio al endemoniado dispositivo.
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