¿Qué hice mal? Busqué en la configuración del control
y las opciones disponibles y lo entendí “ah, debía de cambiar mi arma por
los puños.” OK, allá vamos de nuevo.
Nuevamente me dediqué a disparátale a los tarados que se asoman predecíblemente
a un intervalo dado de tiempo, el maleante volvió a hacer acto de
presencia, guardé mi arma y me lancé al asecho y… ¿¡A eso le llamas
pelear!?
Gente de Rockstar ¿debajo de que piedra han estado viviendo los últimos
tres años? Después de haber jugado Assassin’s Creed y Batman Arkhan Asylum,
me es muy difícil perdonar que el golpear a alguien utilizando a
John Marston se volviera una tarea tan frustrante.
"Ah, es cierto... se trata de Grand Theft Auto... ¡Wohooo!"
Golpear a peatones indefensos en GTA es una cosa, pero derribar a golpes a
un sujeto portando una escopeta es una cosa completamente aparte.
En fin, con o sin el patético control, me dispuse a que debía de noquear
al maleante este a como diera lugar. Pero dado a que él solo ocupaba
acertar un solo tiro de su escopeta a corta distancia para liquidarme,
estuve regresando a ese mismo punto de control muchas más veces de las que
me hubiera gustado (no se ustedes, pero esto suele matar mi buen humor).
Al final, no se como fue que lo logré… es en serio, no lo sé. Y aún no se
si había alguna combinación de botones que me hubiera ayudado a atraparlo,
el caso es que nunca se me dijo como lograrlo y después de haber vivido
esto juré
que nunca más intentaría atrapar a alguien con vida si para ello debía de
repetir aquella fastidiosa experiencia.
Arriba: ¿Alguien me puede dar una razón por la cual no
le volé la maldita cabeza a este tipo?
Explorando el mundo de Red Dead Redemption.
Después de eso, me dispuse a recorrer el poblado de Armadillo y el rancho
McFarlane buscando algo que hacer, emprendiendo encargos por parte de
algunos personajes y ganando algo de dinero y artículos (supuestamente)
útiles en mi recorrido.
Debo de decir que este trayecto si me brindó ciertas sorpresas, pues en
algunas ocasiones, cuando yo me encontraba ocupándome de mis propios
asuntos, un tiroteo o un crimen iniciaba de la nada, y en ese instante yo
podía optar por solo observar o hacer algo al respecto.
Esta aleatoriedad de eventos si fue algo que cautivó mi atención, donde de
verdad logré integrarme en el juego y sentir parte de aquél ecosistema que
comprendía el viejo oeste.
Desafortunadamente debía de regresar a la realidad, se trataba de un juego
en el que debo de cumplir un objetivo y desempeñar tareas que me ayudarían
a cumplirlo a largo plazo, de modo que seguí desplazándome a cada punto de
interés que me era indicado en el mapa.
Poco después me topé con un campamento en el mapa en
el cual tuve la oportunidad de hablar con un personaje. Este me comentó
acerca de una propiedad por la cual estaba muy interesado, creo que
balbuceó algo acerca de que debería de haber agua debajo de esta (y de
verdad, no quiero hablar más a detalle al respecto). De este
modo me comentó que si lograba hacer que su dueño vendiera, el me
compraría el título de esa propiedad a un mejor precio.
Ya lo se, Conker... Pero ser el personaje principal de un videojuego
prácticamente te convierte en la perra de todo mundo.
Miré el mapa y la propiedad me quedaba un poco lejos, de modo que quedé en
ir a revisar una vez que me encontrara en las vecindades. Cuando un
encargo me llevó cerca de ese sitio, decidí echar un vistazo. Lo que me
encontraría iba más allá de toda comprensión.
¡Se trataba del mismo lugar donde había enfrentado a
Walton y su banda de
maleantes! ¡El mismo lugar donde había dado muerte a tres o cuatro
forajidos! ¡Y el mismo lugar donde había desperdiciado una fracción de mi
vida tratando de derribar a su líder tan solo con mis puños!
La sensación de tiempo en el juego me decía que habrían transcurrido poco
más de 24 horas después de aquél enfrentamiento ¿y ya había alguien
viviendo allí? ¿En la misma casa donde se refugiaba Walton?
Entonces, me acerqué a la puerta y fui recibido por un anciano armado con
una escopeta a quien no le agradó mucho la visita de John Marston. Después
de que este le habló amablemente, el anciano se tranquilizó y descansó su
arma en contra de la puerta.
Marston después le mencionaría que estaba interesado en su propiedad,
que le agradaba la vista y le preguntó si no estaba interesado en venderla. Después de
un corto debate, el anciano finalmente accedió y me ofreció la propiedad
por la cantidad de $200 dólares.
Las dos opciones disponibles aparecieron en el pie de la pantalla, donde
debía de elegir si aceptaba comprársela a ese precio o declinar su oferta…
Y es cuando esa extraña sensación regresó a mi cabeza.
Poco más de 24 horas atrás expulsé a una banda de maleantes que se
encontraban alojados en esta propiedad… ¿y ya hay alguien viviendo aquí?
Además, este anciano habla de esta propiedad como si llevara una eternidad
viviendo en ella…
¿No será que… este anciano no es el propietario del terreno? Esto me suena
a que este sujeto solo se metió a ocupar este lugar aprovechándose de que
sus anteriores moradores (los maleantes de antes) estaban todos muertos.
¿Y ahora quiere sacar provecho vendiéndome algo que no le pertenece?
Es decir... poco antes, unos forajidos emplearon un
truco para bajarme de mi caballo y asaltarme a un lado del camino. ¿Porque
debería de creer en este anciano cuando todo pareciera indicarme que se
trata de una total estafa?
¡Al diablo! ¡No le voy a comprar a un maldito ladrón!
Me pregunté si habría alguna manera de forzarlo a irse, así que le apunté
con mi arma, lo cual sorprendentemente abrió una tercera opción…
“¡Solo dame los papeles, anciano!” exclamó John Marston al mismo tiempo que
lo amenazaba con su rifle.
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