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Checkpoint: Por Mi Hija, Juego Shadow of the Colossus

Por Sumo Attuquayefio | For My Daughter, I Play Shadow of the Colossus  |  21 de Septiembre del 2011 | www.bitmob.com
Traducción: Atrox 

Nota del Editor: Sumo hace un recuento de cómo es que los videojuegos le han ayudado a encontrar fuerzas en la batalla continua de su hija en contra del cáncer, y reflexiona acerca de la metáfora que le ha provisto Shadow of the Colossus.
Espero que mejore pronto, Sumo. Mis mejores deseos. -Rob Savilo.


El 17 de Diciembre del 2010 es una fecha que por siempre se encontrará grabada al fuego en mi mente, al igual que la marca que un granjero deja en su ganado.

Recibí una llamada de mi esposa acerca de que nuestra hija de dos años no estaba comportándose como era común en ella. Tomamos la decisión de llevarla al pediatra, donde se nos dijo que ella se encontraba anémica y necesitaba sangre, necesitaba tanta, que los doctores ni siquiera podían extraer una muestra para analizar.

La llevamos de inmediato al Hospital Infantil, donde ellos confirmaron que de hecho se encontraba anémica, pero ellos aún querían hacer algunos análisis. Nos aseguraron que ella recibiría sangre y que todo saldría bien.

Cuando un jurado de doctores entró a su habitación, la sensación en mi estómago era demasiado como para poderla soportar. Tenía Leucemia, Leucemia Linfoblástica Aguda, para ser precisos. Una semana antes de Navidad, ellos la internaron para tratar la anemia y después idear un plan para combatir el cáncer.

Este fue nuestro regalo de Navidad. Nunca nos habíamos vistos sobrecogidos por tanto miedo, miedo de la quimioterapia, miedo por lo desconocido…miedo por perderla. Después de tres meses en el hospital, su estancia había terminado, y ella podía regresar a casa; sin embargo, aquello apenas era el comienzo.

Entre todos, mi esposa y yo tenemos tres adorables y alegres angelitas (he sido maldecido a vivir el resto de mis días rodeado por hermosas mujeres), y los videojuegos siempre han sido parte de nuestras vidas. Personalmente, estos me han ayudado a hacerme sentir mejor y a continuar haciendo frente a su enfermedad, su tratamiento y el terror que siento todos los días mientras combatimos su enfermedad.

Pensé en ponerme a dispararle a todo personaje controlado por la computadora en X juego de disparos en primera persona, pero cuando vi la caja de Shadow of the Colossus, supe que eso es lo que quería jugar. Mientras observaba a la amada de mi personaje recostada sobre su lápida, no pude evitar sentir como si ella fuera mi pequeñita.

Llamé a Argo; estaba determinado a hacer frente al cáncer que cada coloso representaba para mi. Extrañamente, entre más jugaba, mejor me sentía…hasta cierto punto. Esto es lo que motivó que escribiera esto, el efecto curativo que los videojuegos pueden proveer. Demasiadas veces nos vemos consumidos por la violencia en los juegos sin siquiera detenernos a ver el contexto. Rara vez se expresan los sentimientos acerca de cómo esta forma de entretenimiento puede ser terapéutica… con todo y su violencia.

Comparé mi encuentro con el primer coloso, Valus, con el día en que recibí las noticias de que nuestra hija tenía cáncer – creciente, intimidante y un enorme obstáculo. Me sentí pequeño. El tipo de pequeñez que te hace reflexionar acerca de tu propia fuerza y perseverancia.

Evité su enorme garrote de piedra lo suficiente como para posicionarme a mí mismo detrás de su cuerpo, saltando hacia la parte posterior de su pierna y sosteniéndome por mi preciosa vida. Con cada intento por sacudirme, mi determinación no era de “este juego no me va a vencer” sino de “no te voy a defraudar.”

Ascendí sobre la criatura hasta alcanzar los emblemas brillantes en su cuerpo, clavé mi espada en cada uno de ellos – finalmente derrotando a la bestia. No hubo alegría o satisfacción, sino más incertidumbre. “¿Podré hacer esto?” Me pregunté.

No solo en el contexto del juego, sino también el de mi vida. ¿Soy lo suficientemente fuerte como para combatir esta enfermedad junto a mi hija? ¿No vacilar en mi determinación? Similar a la quimioterapia, entre más progresas, más difícil se vuelve. Tras regresar al templo y escuchar el monólogo de Dormin, recuerdo haber observado el cuerpo de mi amada recostada inerte sobre la lápida frente a mí.

La realidad de que podría perder a mi bebita y no hubiera una maldita cosa que yo pudiera hacer inundaba mi mente – llenando mis ojos de lágrimas. ¿La podré ver graduándose de la preparatoria? ¿De la Universidad? ¿La acompañaré hacia el altar el día de su boda?

Ese es el momento en el que me identifiqué con Wander. Anteriores sesiones de juego habían sido trayectos del punto A al punto B carentes de emoción. No estoy diciendo que el juego sea malo (no está siquiera cerca de serlo), pero yo lo veía nada más que un juego. Cuando regresé a él y sentí la emoción que se me presentaba en la pantalla, me di cuenta de que esencialmente estaba jugando una metáfora del conflicto en nuestra propia familia.

Con el transcurrir de los meses y con la intensidad de los tratamientos aumentando, yo aún me encuentro tan acongojado como la primera vez que supe de su enfermedad. Sin embargo, con cada visita al hospital, otro coloso cae y una pequeña pieza de esperanza es restaurada.

              

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Última revisión: febrero 11, 2012